Mitos
Probablemente haya oído, y tal vez crea, algunos de estos mitos comunes sobre la educación superior. Siga leyendo para ver cuál es la realidad.
MITO: mi adolescente puede tener buenos ingresos sin educación superior.
REALIDAD: sin dudas a algunas personas les ha ido bien sin un título de grado. Sin embargo, en el curso de su vida la persona con un título de grado en promedio ganará un millón de dólares más que un graduado de secundaria. Para la mayoría de la gente, la educación superior paga.
MITO: no tengo el dinero y mi adolescente no puede permitirse tomar préstamos para pagar la universidad, incluso si quisiera ir.
REALIDAD: actualmente casi todos los estudiantes pueden conseguir préstamos a tasas bajas para ayudarlos a pagar la educación superior y los préstamos para educación típicamente no deben reembolsarse hasta que el estudiante no se haya graduado. El préstamo promedio de un estudiante de grado actualmente es de alrededor de $20,000; menos que el costo de la mayoría de los autos nuevos. Un auto dura unos años. La educación superior dura toda la vida.
MITO: cualquiera puede entrar a una universidad pública, pero entrar a una institución superior privada es muy difícil.
REALIDAD: algunas universidades públicas están entre las más competitivas en términos de admisión, mientras que otras están obligadas a aceptar prácticamente a todos los solicitantes. Es verdad que algunas instituciones educativas privadas son muy selectivas, pero otras aceptan a estudiantes que ni siquiera serían aceptados en la universidad pública de su estado. Verifique con las instituciones que esté analizando, para saber más sobre los rendimientos académicos promedio de sus estudiantes y sus políticas de admisión.
MITO: los cursos y las notas del período de primavera del último año no son importantes porque a los estudiantes ya los han aceptado en alguna institución superior para la época en que esos cursos se llevan a cabo.
REALIDAD: la mayoría de las instituciones de educación superior incluyen notas en sus materiales de admisión donde manifiestan que tomarán en cuenta las notas de primavera del estudiante de último año. Si el rendimiento académico del estudiante muestra una caída sustancial, se sabe de instituciones que han cancelado la oferta de admisión.
MITO: para subsistir en el mundo actual se necesita un título de grado de cuatro años.
REALIDAD: la persona con un título de cuatro años puede tener más opciones de carrera, pero existen muchos trabajos satisfactorios y bien pagos que pueden obtenerse con ciertos títulos técnicos o de dos años. Su adolescente debe comenzar en las áreas que sean de su interés, y averiguar qué tipo de educación se requiere y cuáles son las oportunidades laborales en esas áreas. Y luego procurar el título que necesite para el tipo de carrera a la que aspira.
MITO: la institución educativa de menor precio será la más accesible.
REALIDAD: no necesariamente. Ciertas instituciones educativas de mayor costo han recolectado sumas de dinero significativas para becas de sus graduados y amigos. Como consecuencia, cuentan con más dinero para ofrecer a los estudiantes en la forma de becas, lo que reduce ese precio. Tras tomar en cuenta la asistencia financiera, es posible que la institución aparentemente más costosa sea más accesible que otra con un menor precio de lista. Consejo: averigüe qué tipos de opciones de becas hay disponibles en las instituciones educativas que estén analizando.
MITO: en realidad no importa si espero uno o dos años para ir a la universidad.
REALIDAD: muchos estudiantes que no van a la universidad inmediatamente después de la secundaria nunca se deciden a hacerlo. Otros llevan consigo una gran experiencia cuando se inscriben, gracias a lo que hicieron en el tiempo en que no estudiaron. Es sensato que el estudiante se postule a las instituciones educativas que le interesan durante el último año, como cualquier otro. Luego puede pedirle a la institución que posponga su inscripción por un año o dos, si el estudiante necesita el tiempo. La mayoría de las instituciones de educación superior acepta mantener la oferta de admisión en suspenso, en especial si el estudiante tiene planes que en definitiva lo harán más interesante o valioso como miembro de la comunidad del campus.
Precaución: si el estudiante trabaja durante ese tiempo, sus ingresos (si son grandes) pueden deteriorar su elegibilidad para asistencia financiera en función de la necesidad al retomar los estudios. Como el estudiante en muchos casos todavía calificará como estudiante dependiente, sólo un pequeño monto de ingresos estarán protegidos por la fórmula federal. Los montos que la excedan pueden afectar su elegibilidad para asistencia financiera.
MITO: se debe empezar a planificar para la universidad durante el penúltimo año de secundaria.
REALIDAD: si bien algunos estudiantes pueden esperar hasta este punto para hacer ciertas cosas como visitar las posibles instituciones educativas o tomar el SAT, hay otras que jamás deben dejarse para tan tarde. Por ejemplo, las selecciones y notas de los cursos de secundaria representan la consideración individual más importante en las decisiones de admisión de la mayoría de las instituciones de educación superior. Las decisiones de los cursos de secundaria se toman mucho antes, incluso en los años de escuela media. La planificación financiera, el ahorro para la educación superior y averiguar qué instituciones educativas se podrán costear son actividades que también deben llevarse a cabo antes del penúltimo año.
MITO: los estudiantes hoy en día tienen tanta deuda por los préstamos que no tiene sentido pagar mucho para ir a la universidad.
REALIDAD: la mayoría de los estudiantes con deudas inmensas normalmente no hicieron un buen trabajo al buscar una institución de educación superior donde la asistencia financiera de su familia funcionara bien o tomaron una decisión consciente de asumir ese tipo de deuda a fin de poder asistir a una universidad en particular. (Recuerde, la deuda promedio de los estudiantes de grado actualmente es de alrededor de $20,000; menos que el costo de la mayoría de los autos nuevos). La meta para la mayoría de las familias es encontrar por anticipado las instituciones educativas que sean razonables para ellas desde el punto de vista financiero, normalmente mediante el uso de un estimador de asistencia financiera publicado a fin de entender cuál es su posición según la fórmula federal para asistencia financiera.
MITO: la asistencia financiera disponible no es mucha, y la que hay va a unos pocos de los mejores estudiantes.
REALIDAD: cada año los dólares de más de $135 mil millones en la ayuda financiera se conceden. La gran mayoría de este dinero es repartida por el gobierno federal a través de donaciones, préstamos y programas de trabajo-estudio, mientras los responsables de becas de los propios colegios casi el 20 por ciento de la ayuda financiera. Estados ayudan también contribuyendo con más de $5,5 billones a la olla. Eso es mucho dinero para un montón de estudiantes. De hecho, más del 70 por ciento de los estudiantes a nivel nacional reciben algún tipo de asistencia financiera.
MITO: nadie de mi familia ha ido a la universidad; ¿por qué mi hijo debería ser el primero?
REALIDAD: al terminar la secundaria, su adolescente puede tener 40 ó 50 años de trabajo por delante. Durante ese tiempo pueden ocurrir muchos cambios en el mercado laboral. Una educación superior ciertamente le dará más opciones en el largo plazo. Es posible que muchos de los trabajos actuales que sólo exigen un diploma de secundaria ya no existan en unos pocos años. Su educación lo preparará para el mercado laboral del futuro, no el actual.